Soy un hombre que camina por la vida con pasos directos y sin adornos. Creyente por convicción, esposo por vocación e ingeniero por profesión. Mi existencia transcurre buscando la coherencia entre lo que soy, los valores que me guían, el amor por mi compañera de vida y mi trabajo diario.
Valoro lo tangible, lo concreto, lo que puedo sentir bajo mis pies descalzos. Mi conexión con el mundo es visceral. Mis mayores deleites son el sabor amargo del café en mis labios, el aroma de la tierra mojada, el movimiento de mi cuerpo al caminar o correr, la aspereza de la piedra bajo mis pies, el murmullo del agua y la imponencia de las montañas. A lo que algunos definen ser kinestésico yo lo llamo vivir.
Me mantengo anclado en el presente y prefiero el silencio austero a la palabrería hueca. Mi pragmatismo me impulsa hacia lo concreto y conciso. Mi paraíso es tosco y vital. Busco la satisfacción en la simplicidad y en el gozo existencial que encuentro en lo básico y auténtico.